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Este artículo no tratará de los errores más comunes de los empresarios sino más bien al contrario, errores ocultos de los empresarios de aquellos que no se suelen tener en cuenta, que pasamos por alto como dueños del negocio, cosas que damos por supuestas pero que en la realidad la toma de decisiones no está tan clara como nosotros pensamos. En este otro post tratábamos los tres aspectos fundamentales para mejorar nuestra empresa, pero esta vez hablaremos de los errores ocultos que suelen cometer casi todos los empresarios, muchas veces casi sin darse cuenta otras son errores que son cometidos de forma consciente por pensar que nuestros pensamientos están por encima de las circunstancias que hacen de nuestra empresa un negocio rentable.

Pensar que la empresa es solo mía (o nuestra)

Pensarás que quien escribe estas líneas está totalmente equivocado, ‘tú sí que eres un error’ estarás pensando, pero antes de que abandones el post indignado porque pongo en duda quién es el dueño de la empresa que tú has levantado, en la que tú has invertido, en la que has dedicado duras batallas con la almohada y en la que te has dejado el alma para que eso funcione, alguien externo de quien no sabes nada pone en cuestión cosa tan clara y obvia que te ha puesto de mal humor. Si esto ha sido así, pido mil disculpas, pero ahora verás a qué me refiero y quizás después de leerme me darás la razón.

La empresa no es mía
La empresa es mía

La empresa es de las personas que la hacen rentable y siento decirte que no sólo tú la haces rentable, aun cuando sea un autónomo solitario sin personal a cargo. Ahora reflexiona y responde a la pregunta maquillada que formulé hace unas pocas líneas, ¿quién/es hacen la empresa rentable?, te dejo que pienses unos segundos. ¿Ya lo tienes? Pues vamos a desgranar la respuesta, en la escala más simple que podamos imaginarnos a una empresa o una de esas multinacionales, TODAS necesitan clientes. Lo que acabo de decir es una obviedad, pero si lo piensas fríamente gran parte del poder de decisión pasan por adaptarnos al gusto de nuestros clientes, es decir, ellos deciden, y muchas veces debemos tomar decisiones que a nosotros como dueños de la empresa no nos viene bien, pero si no lo hacemos perdemos a la razón de la existencia de nuestra empresa. Tenemos que escuchar y hacerle caso, muchas veces como si fueran ellos los verdaderos dueños de la nuestra empresa.

Quizás te has desprendido del sentimiento de posesión de tu empresa, pero con un ejemplo (me encanta el poder explicador de los ejemplos) termines de entenderme.

Somos un fontanero que no tiene personal a cargo, como autónomo tomo las decisiones necesarias para que las cuentas cuadren a final de mes y si puede ser me genere unos ingresos superiores a la supervivencia y pueda ahorrar algo. Me he puesto un horario de trabajo de 7:30 de la mañana a 6 de la tarde, no son pocas horas las que le dedico diariamente, pero me llaman el miércoles a las 6:30, un cliente nuestro se le ha roto una tubería y se le está inundando poco a poco su local. Nuestro cliente no está cerca de nosotros, por lo menos tardo 20 minuto en llegar a su local, más el tiempo del arreglo, no espero regresar a casa antes de 11 de la noche.

Ahora tengo que tomar una de estas opciones; le digo que yo le arreglo la avería o le digo que está fuera de mi horario de trabajo y no la hago. Te voy a contestar yo: ya tienes que tener una cartera de clientes muy grande o algo muy urgente que hacer para que le digas a ese cliente que no le vas a ayudar. ¿Te has dado cuenta? Un cliente te ha modificado tu horario, él ha sido el que ha tomado la decisión aunque tú no lo creas.

Los clientes realmente pueden modificar casi todos los aspectos de tu empresa, las decisiones las toman ellos, no te consultan, suceden y a ti solo te queda adaptarte lo antes posible porque si no te puedes quedar fuera del juego. El cliente modifica el precio y los márgenes de beneficios, tu horario laboral, la cantidad de empleados que tienes a tu cargo, las fechas de tus vacaciones.

Piensas que he terminado ya de darte palos, pues no, no he acabado hay otra circunstancia que hace que nuestra empresa no sea tanto nuestra y debamos entenderlo como algo más compartido. Tus empleados tienen gran poder en tu empresa, quizás te vuelva a chocar esto en tu mente, pero todavía no me maldigas y lee un poco más.

Evidentemente a un autónomo que no tiene personal a cargo lo siguiente no le va a influir, pero al resto de los empresarios sí. Tus empleados son como los eslabones de la cadena que deben estar bien engrasados para que funcione todo bien, cuando un eslabón está deteriorado lo puedes cambiar, pero ese cambio supone un esfuerzo en tiempo y en dinero, no creas que el cambio de eslabón es algo sin importancia, incluso podría darse el caso que se estropeen más de un eslabón a la vez, esto que sucede con más frecuencia de la habitual puede ser algo verdaderamente perjudicial para la empresa, pero es que podemos ir más allá, puede estropearse toda la cadena a la vez y si esto se mantiene en el tiempo podemos hablar de una verdadera ruina. Vayamos con los ejemplos.

Somos propietarios de un restaurante de cierto éxito, los 14 empleados es un dato esclarecedor de los buenos números de la empresa, los empleados se dividen entre 1 maître, 9 camareros y 4 cocineros. Pues uno de los camareros coge la baja laboral porque se tropieza y se cae al suelo en el trabajo haciendo las funciones propias al puesto, causándose una rotura del codo derecho, con lo cual coge la baja laboral. Ahora mismo tenemos 13 personas para sacar el mismo trabajo. A los dos días uno de nuestros cocineros coge la baja laboral por causa del contagio del sarampión. Ahora tenemos 12 empleados para sacar el mismo trabajo. El maître yendo a su casa después del trabajo tuvo un accidente de tráfico, sufriendo un latigazo cervical de cierta importancia. Así que dos semanas nos hemos tropezado con 3 bajas, la plantilla ha pasado de 14 a 11 trabajadores, evidentemente el servicio que prestamos no puede ser igual, nuestras cuentas se recienten.

Como podrán imaginar por dónde voy la conclusión es simple, necesitamos de nuestros trabajadores para que la empresa funcione bien, las circunstancias pueden hacer que suceda algo similar o incluso peor a lo que ejemplifiqué en el párrafo anterior. No lo duden, parte de la empresa es de los trabajadores.

Pero además puedo poner ejemplos donde el caso anterior es ‘pecata minuta’, me refiero a las huelgas de los trabajadores donde la empresa deja de tener trabajadores realizando sus funciones por un tiempo determinado (o indeterminado), si esta huelga se dilata en el tiempo o no lleva a buen término, es posible que la empresa quiebre.

Nótese que todos los ejemplos anteriores los comento en base a la ley, nunca es mi intención que se crucifique a los trabajadores que quieren mejoras en sus condiciones y la ley los ampara, las bajas laborales y las huelgas son derechos y como tal debemos respetar y comprender.

Volvamos al camino, ya hemos visto que los clientes y nuestros trabajadores tienen tanto peso en la empresa que podemos decir que tiene poder en ella, de una u otra forma. Pero hay un tercer caso que lo nombraré de forma bastante resumida y son los proveedores, podrán imaginarse por donde voy, los proveedores tienen poder en ciertos aspectos de nuestra empresa.

Los tres casos comentados anteriormente están ordenados por riguroso orden, pero cualquiera de los tres pueden cambiar radicalmente nuestra empresa, hacerla rentable y sostenible en el tiempo como hacerla quebrar.

Ahora respondan a esta pregunta ¿de quién es la empresa? Igual la respuesta es más difusa.

No quemar dinero

¿Qué? ¿Cómo? ‘Eso no puede ser un error’, estarás pensando, tienes razón, pero déjame explicarte porqué no quemar dinero puede ser un error.

Primero vamos a definir qué es quemar dinero porque a lo mejor nunca has oído hablar de esta expresión aunque creo que ya te puedes imaginar más o menos qué significa, quemar dinero significa malgastar recursos económicos de la empresa, esto es no tener controlado cada euro de la inversión destinada al negocio. Responde sobre todo a realizar una inversión y no recuperar lo invertido, incluso no recuperar nada, dilapidando todo el dinero invertido.


Quemar dinero

Hablemos de qué no es quemar dinero desde un punto empresarial, por ejemplo malgastar tu sueldo en un coche que realmente no te debes permitir, hacer un viaje alrededor del mundo por el cual te has cogido dos meses de vacaciones y dilapidado todos tus ahorros o comprarte un reloj por el valor de 14 mensualidades. Como podrás intuir estos ejemplos tienen algo en común, el dinero quemado sale de la cuenta corriente personal, no de la caja de la empresa. Así que esto podríamos definirlo como quemar dinero propio. El caso que nos ocupa es algo donde implique directamente las cuentas de la empresa

Después de todo lo explicado anteriormente parece aun más claro que quemar dinero nunca es positivo, pero ahora viene el giro de la trama y para esto debemos responder a esta pregunta ¿cuáles empresas son las que pueden quemar dinero? En las respuesta está el quid de la cuestión, las empresas que pueden quemar dinero son aquellas lo suficientemente grandes para que esa inversión perdida no afecte demasiado al día a día. Las empresas pequeñas no dilapidar dinero porque una mala inversión puede hacer que quiebre el negocio, este tipo de empresa sí que deben tener una contabilidad exquisita y medir toda salida de capital. Pero una gran empresa sí que puede arriesgar invirtiendo en algo que puede que no le salga rentable, volvemos a hacer otra pregunta ¿y por qué pueden invertir en algo que quizás el salga mal? Pues la respuesta es doble, por un lado porque si sale bien pueden disparar exponencialmente los beneficios y por otro si sale mal la economía empresarial es lo suficientemente estable como para aguantar ese gasto de dinero.

Ahora con algunos ejemplos reales puedes ver mejor a lo que me refiero. Allá por 2013 Microsoft compra Nokia por un valor superior a 5.000 millones de euros, con la idea de tener hardware reconocido para poder implementar su propio sistema operativo en los móviles, Windows Phone, y así competir con Android e iOS. Posiblemente el sistema operativo Windows Phone no sea malo, pero por circunstancias del mercado o una mala planificación esta inversión se acabó convirtiendo en un auténtico fiasco, pero es que además la marca comercial Nokia hoy en día todavía sigue usándose por otros dueños, es decir la inversión ha sido un desastre en todos los sentidos.

Este es un ejemplo de quemar dinero, pero Microsoft sigue siendo una de las empresas más valiosas del mundo, un verdadero gigante con pies de acero. El negocio con Nokia podrá haber exponenciado los beneficios, pero sucedió justo lo contrario, pero la empresa de Bill Gates encajó el golpe y siguió a lo suyo.

Otro ejemplo sucedió cuando Apple creó una red social destinada sobre todo a artista, su nombre era Ping, esto sucedió en 2010, ya en 2012 cerró esta red social que se llenó de perfiles falsos y no pudo hacerse un hueco en el mercado. Las cifras no son fáciles de obtener pero créeme que Apple quemó una cantidad de dólares casi indecibles. Pero la moraleja está en que Apple sigue siendo una de las empresas más sólidas y prósperas del mundo.

Podemos quemar dinero de múltiples formas, ya hemos visto que podríamos hacernos con un activo del que esperamos gran rendimiento, también crear algo que creemos que va a hacer una fuente de ingresos importante para nosotros, pero podríamos decir que pagar los mejores sueldos de nuestro entorno también entra en la categoría de la que estamos hablando, o cambiar a una oficina con mejores vistas también podría entrar en esta definición, pero lo importante es que sepamos qué es lo que esperamos que nos va a dar esa inversión.

Antes de acabar con este error oculto debo de decir que es posible quemar dinero en cantidades mucho más humildes y siempre en relación a nuestra empresa, por ejemplo si tenemos un horno de pan, pues invertir en la mejora de hornos más modernos, donde caben un 30% más de panes para hornear y que esperamos sacarles rendimiento, aun cuando los hornos actuales pueden desempeñar su trabajo de forma aceptable. Como los ejemplos anteriores, quizás la apuesta por mejorar los hornos nos termine saliendo mal, pero debemos asumir ese riesgo a la vez que no depender únicamente de trabajar con los hornos a tope para poder mantener nuestro negocio.

Mi palabra es la Ley

Sí, la palabra del jefe, del dueño, del empresario, del… llámalo como quieras, no siempre es la Ley, pero ¿el dueño no es quien toma las decisiones?

Si has llegado hasta aquí ya sabrás que no siempre las decisiones de los jefes deben ser tomadas como algo innegociable, muchas veces en vez de hacer un favor a tu empresa lo que puedes provocar es el efecto contrario. Veamos cómo:

Mi palabra es la Ley

Si coartas la libertad de opinión de tus trabajadores es posible que no escuches a la mejor crítica que puedes tener, si tus empleados detectan que no pueden ni si quiera opinar porque o bien no se les tendrá en cuenta o incluso es posible que hay un comentario negativo por parte del empresario, el trabajador optará por no expresar sus opiniones con lo cual podríamos perder quizás el mejor punto de vista de nuestra empresa.

Otro suceso muy común es pensar que la única cabeza pensante y con verdaderas ideas innovadoras surge de la cabeza del dueño, dejando anulada la creatividad de sus trabajadores, esto sucede de forma generalizada en muchísimas empresas, pero es un error y de los graves. No escuchar las sugerencias de nuestros trabajadores hace que perdamos la visión de la persona que realmente está en la parte directa de nuestro servicio, el que habla día a día con el cliente. No estoy diciendo que tome las decisiones estratégicas a medio largo plazo, ni que decida cómo vamos a financiar nuestra empresa, pero sí digo que hay que escuchar a nuestros trabajadores y quizás poner en práctica algunas de sus ideas.

No voy a extenderme mucho en el siguiente aspecto porque lo he hecho sobradamente en los dos títulos anteriores, pero sí remarcar que quizás nuestros clientes o proveedores tomen decisiones que nosotros no podemos negarnos y es que el buen funcionamiento de nuestro negocio pasa por que todos los eslabones que forman una empresa sana estén lo más interconectados posibles, por ejemplo si nuestra clientela tiene el hábito de venir a mediodía nosotros no deberíamos cerrar esas horas, o si nuestro proveedor, aquel que no nos cae muy bien porque es de un determinado equipo de fútbol y no deja de hacernos mofa cuando nuestro equipo pierde, es el que trae la mejor mercancía y es eficaz en su entrega, pues siento decirte Señor Empresario que no debes de quitarte de encima a ese proveedor, ese tan antipático es uno de los eslabones de tu negocio.

Conclusiones

El empresario es quien asume la mayor parte de los riesgos cuando monta su negocio pero pensar que su opinión no admite cambios y no contar con las opiniones de personas que forman parte de la empresa aunque ellas sean el último peldaño de la pirámide es un error de tal calibre que en el peor de los casos puede suponer la quiebra de un negocio rentable. Los errores ocultos de los empresarios hacen que tu empresa se estanque, no despegue e incluso se hunda.

Ponga fin a por lo menos algunos de estos problemas y verá que el negocio irá mejor y no dude que lo importante de la empresa es que sea rentable, lo demás no es más importante que este primer objetivo, así que no dudes en aceptar una crítica u opinión si con eso hacemos la empresa más rentable. Al final consiste en tomar las mejores decisiones en cada momento para que el negocio sea lo más rentable posible.

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